CUENTO DE
DESPEDIDA
Como si presagiara su cercano fallecimiento, mi
querida abuelita me llamó un día, domingo
y después de su siempre cariñoso saludo me dijo, nenina, hoy vienes a comer
conmigo que te tengo que contar un cuento, era un ruego pero con síntomas de orden, de apremio, por lo que
me preparé y me encaminé hasta su casa,
donde vivía, por cierto muy sola la abuelita, era una casa llena de
recuerdos.
Debía ser un cuento muy especial, barruntaba yo, pues
ella siempre me contaba cuentos en mis visitas, mientras seguía con sus labores
de punto de cruz, en lo que era una artista.
El cuadro con el que estaba enfrascada representaba una imagen de una carroza con una pareja de
recién casados, tirada por un caballo y decía FELIZ 50 ANIVERSARIO, era precioso.
Tan modesta era mi abuelita que no ponía su nombre nunca en los cuadros que
hacía. Comimos algo de lo que ella tan bien cocinaba y después de “fregar los
cacharros” nos sentamos a la luz de la
ventana, ella como siempre con su labor de punto de Cruz. Yo notaba algo raro,
pensé para mis adentros, mi “güeli” se quiere despedir de mi (días mas tarde
comprobé que estaba en lo cierto).
Mira nena, hoy que voy a dar remate a este cuadro en punto de
Cruz que estoy preparando para enviar a mis hermanos en el Sur, porque celebran el 50 aniversario de su boda,
me ha venido a la memoria un cuento que me gustaría que escucharas atentamente.
Bebió unos “sorbinos” de agua y comenzó:
Es un cuento que alguien me contó y que nunca olvidé y que
quiero contártelo a ti para que nunca lo olvides y algún día lo puedas contar a
tus hijos y nietos.
Érase una vez una niña
como tú, que tenía un papá. No tenía mamá, había quedado sin ella cuando
tenía cinco añinos, ni hermanos, ni abuelos. Vivía con su padre en una casa de
huéspedes en la que les trataban como de la familia. Un día de
octubre del 48 se despertó como de costumbre para desayunar e ir al colegio de
la mano de su padre y se encontró que ya
no tenía papá. Se había tenido que ir, no
solo de casa, sino de Asturias y no solo de Asturias sino de España, solo por
pensar de forma diferente a los que dictatorialmente gobernaban el país. Por
cosas de la vida perdió a un padre, pero ganó a una madre y a tres hermanos,
dos varones mayores que ella y una niña menor.
Cuando despertó, solo estaban dos de sus nuevos hermanos. El
más mayor con 14 años ya se había ido a trabajar y a la que a partir de ese día
iba a ser su madre se la había llevado “Los de la Brigada Social” a Oviedo a
“declarar”, pues su padre les había dado esquinazo, se les había escapado. Su
nueva madre volvió a los 15 días “frayaina” pa que cantara, no se sabe si sabía
algo o no sabía na pero nada cantó. Cuando la soltaron y regresó a casa se
encontró con sus tres hijos (era viuda) y una más que era la niña del cuento,
pero además con todas las habitaciones CLAUSURADAS POR ORDEN GUBERNATIVA. Solo
dejaron una abierta donde dormirían los cinco, te imaginas el drama, una casa
de huéspedes sin huéspedes, con las habitaciones cerradas, una verdadera
tragedia.
Su padre, no era un facineroso, era empleado del Ayuntamiento
y subdirector de la Banda de Música. Parece ser que lo buscaban por ayudar a
pasar a Francia a una partida de los que llamaban “guerrilleros” desde un
pequeño puerto pesquero de la costa,
eran soldados republicanos que no se habían rendido y seguían en la
lucha clandestina contra la dictadura imperante.
Las habitaciones de la casa eran las que hacían subsistir
a su nueva familia por lo que ya te
puedes imaginar cómo lo debieron pasar
al estar cerradas. Una muy pequeña pensión de viudedad y los ingresos
del hermano mayor de pinche en una empresa minera eran lo único que tenían para
comer, vestir a los cinco y demás gastos propios de una casa. La niñina tuvo que dejar el colegio, colaboraba en las
labores de la casa y “cogiendo puntos a las medias”, labor ya desaparecida. Su
nueva madre era una mujer emprendedora, no se amilanó, salió a “servir” como se
decía antes a las que iban a las casas a fregar escaleras y ayudar en las labores. Siempre decía que las vecinas se
habían portado muy bien con ella, traía a la casa siempre algún bocado que
comer, ella comía en las casas donde servía.
Los Reyes, como siempre fueron los Reyes, solo traen juguetes
a los niños que tienen padres con recursos. Ella ya sabía que los Reyes Magos son los padres
o los abuelos, por lo que su “madre” se
las ingeniaba para rehabilitar muñecas antiguas y sus dos hermanos fabricaban a su hermana pequeña y a ella
juguetes artesanales en el sótano de la casa, copiaban los diseños en
los escaparates del pueblo.
Dentro de la miseria eran
felices, y a los dos años, gracias al buen hacer solidario de un Policía
de la Brigada Social, (no todos eran iguales), su suerte cambió. Les abrieron
las habitaciones y de nuevo podían tener huéspedes, su nueva madre ya no tenía que salir de casa a ganarse
la vida.
Su padre escribía
desde Francia donde se tuvo que exiliar y de vez en cuando les enviaba algún
paquete, que pasaba por la censura, En uno de los paquetes les decía que había mandado MIL PESETAS y al abrirlo habían
desaparecido, lo esperaban con mucha ilusión. Los cuatro hermanos fueron los primeros en tener en el pueblo un
bolígrafo, eran una novedad llegada de Francia y también un impermeable transparente, de “plexiglas” era
también una primicia.
Un recuerdo muy triste que nunca se le olvidó a la niña del
cuento, que siempre recordaba sobre todo
cuando se acercaban las Navidades, fechas en las que durante algunos años
añoraba la presencia de su padre, fue un
día víspera de Reyes, que en la Sede de la
Falange del pueblo, anunciaron
que iban a dar juguetes a los niños pobres. Su hermano mayor con quince años
encabezó la expedición de los cuatro (15, 13, 11, y 4 años) que con ilusión
iban a ver si tenían juguetes. Cuando estaban haciendo cola, con el nerviosismo
propio de la incertidumbre, se asomó al balcón
el Jefe de Falange, el que iba a repartir los juguetes, el que se
autonombraba REY MAGO, el que decidía a quién sí y a quien no, que
al identificarlos dijo en voz alta, señalándolos, esos cuatro, fuera de la cola
son “rojos”, así denominaban a los que no pensaban como ellos. Salieron de la cola con dignidad pero sin vergüenza,
mirando alto, no habían recibido un
insulto sino un elogio, decía el hermano mayor. El Jefe de Falange no era un
forasteru, era del pueblu. Comentaba el hermano mayor que años más tarde cuando
pasaba a su lado, agachaba la cabeza con
sentimiento de culpa. El mayor les dijo, no digáis nada de esto a mamá, ya le
han hecho bastante daño. Jamás se lo han
dicho pero se supone que se enteró por alguno de los presentes aunque
ella tampoco lo comentó con ninguno, no quería sembrar más odio. La niña del
cuento no podía comprender que los Reyes Magos tuvieran ideología política o
que los pobres además de ser pobres se tuvieran que esconder. ¿Sabes lo que era
la Falange,? bueno es mejor que no lo sepas.
Sus estudios fueron
los elementales, fue al colegio hasta
los 13 años y su “madre” le enseñó lo que ella sabía: coser, cocinar , las
labores de la casa y sobre todo a tener la responsabilidad de una casa, a
luchar para subsistir. Ella también se había quedado huérfana a los 11 años y
también se había tenido que ir a “servir” a unos amos (que según decía, la
trataron muy bien) de donde salió para casarse a los 18 años. Fue la primera
peluquera del pueblo y también se quedó viuda muy joven, sirvió, la sirvieron y
volvió a servir.
De ella aprendió que la salud y la amistad son las mayores
fortunas del hombre, le enseñó a visitar
a los mayores, a los enfermos, a los presos, a ser generosa y solidaria.
Siempre se sintió amparada por su nueva familia, ha sido una
más sin ninguna distinción y los ha
querido como si fueran de su propia sangre pero lo más importante es que siempre
se sintió querida.
Hoy después de muchos años se vive en democracia y ya no te
encarcelan por pensar de forma diferente, pero las situaciones de miseria de
algunas familias siguen y me hacen pensar en las situaciones vividas por la
niña del cuento y si te cuento esto, no es para que odies a los que las
propiciaron ni a los que las siguen propiciando, sino para que la solidaridad y
el entrinendimiento sean tus principales objetivos en la vida que empiezas.
El padre de la niña,
jamás regresó, falleció a muy temprana edad, nunca jamás volvió a ver a
su única hija, ella nunca jamás ha vuelto a ver a su padre, solo en algunas
fotos, conservadas como una reliquia. Su
instrumento (fliscornio) de la banda de Música, se lo ha prestado a uno de tus
primos que también es músico y toca en
la banda de música de su pueblo.
De la casa de su nueva familia, salió solo para casarse y
formar su propia familia. Algún día, tú formarás la tuya y quizá algún día te apetezca contar este cuento a tus
hijos o nietos, les harás un bien, los harás mejores.
Fíjate lo que es la vida, tengo un corazón trasplantado, producto
de la ciencia y de la solidaridad humana es un valor que nunca debes olvidar,
todos somos solidarios aunque algunos
tengan este sentimiento adormecido.
Nena ¿sabías que los corazones trasplantados tienen fecha de
caducidad? pues sí, nuestras vidas, todas, tienen fecha de caducidad pero la
desconocemos, sin embargo cuando te trasplantan un corazón te dicen su fecha
aproximada de caducidad, esto me iba reafirmando mas a que
el cuento de mi abuelita era de despedida.
Nena, me decía: para
que te quieran debes querer tu primero, para recibir es necesario primero dar,
nunca mires a los demás por lo que tienen sino por lo que son, la gente es
mejor que lo que aparenta y aunque algunos se tienen que afeitar con la luz
apagada, para no verse la cara, por suerte son los menos, considera que siempre
es mejor una lisonja que un improperio, da sin esperar nada a cambio y te verás
recompensada, habla mucho con tus padres, habla mucho con tus hermanos,
pregunta, pregunta, pregúntame cosas,
háblame, cuéntame tus cosas, tus ilusiones tus ideas, si no algún día lo
echarás de menos. Quiere, quiere a todo el mundo sin distinción de razas ni de
ideas, ten la seguridad de que el que quiere será querido.
Bueno, ya terminé el cuento y el cuadro, tengo que ir a
facturarlo pues el día 14 de febrero es
el 50 aniversario de su boda, fíjate el día de los enamorados, si el trasplante
me lo permite estaré con ellos será un
gran día.
Nenina recuerda que las historias reales son muchas veces
contadas en forma de cuento. Esto que te
he contado son recuerdos de mi niñez que nunca te conté y que quiero que sepas
y recuerdes toda la vida.
Ya se está haciendo de noche , tienes que ir a tu casa, dame
un besín, ella
me dió otro, solo uno, que guardo conmigo, es el beso con el que despierto
todos los días y con cuyo recuerdo me duermo todas las noches.
!Cuanto la echo de menos!.